Tiempo muerto, hijo de puta

A pesar de que nunca se vieron, se conocen muy bien. Audrey y Brad se conocen a través de internet y, a pesar de lo mucho que quieren verse en persona, un día pierden el contacto. Cinco años después, ella viaja a Inglaterra, al pueblo en donde vive él y, si bien pasó mucho tiempo desde la última vez que hablaron y es probable que no quiera verla, espera encontrarlo.

Elisa tiene treinta y tres años, trabaja en una multinacional japonesa y vive su tediosa rutina cotidiana como si tuviese que recitar el guion de una película. Desilusionada con su vida amorosa, disfruta idealizando a un compañero japonés con el que mantiene contacto por correo electrónico. Cuando recibe la inesperada propuesta de pasar una temporada trabajando en Tokio, a pesar de las dudas iniciales, decide dar un giro a su vida y aceptarla. Elisa se encontrará inmersa en un ambiente laboral nuevo, descubrirá una cultura distinta y reconsiderará su idea del amor.

ISOBEL: Estoy huyendo de mi madrastra siniestra, pero nadie puede saberlo. Sobre todo, mi nuevo jefe e increíble tormento, Hunter Dawkins. Quizás pasamos una noche maravillosa juntos, pero a la mañana siguiente se comportaba más frío que un banquero de Wall Street en un evento de caridad. No tolero ni un poco a los desgraciados en mi vida. No, gracias. Iré, haré mi trabajo y ganaré lo suficiente para mantenerme bajo perfil en un lugar en el que mi madrastra no pueda encontrarme, pero eso es todo. HUNTER: Tengo grandes planes para mi clínica veterinaria de animales grandes y esos...

Un hayazgo arqueológico en una cueva del Monte Tabor será el cominezo de esta fascinante historia, que se fragua en contra de las autoridades judías y del Vaticano y que nos acerca a algunos de los más inquietantes enigmas históricos.