Soñar una bestia

«Byron me pidió que le reservara el cráneo, mas al recordar que antes había usado otro cráneo para beber, decidí que el de Shelley no sería objeto de semejante profanación.» E. J. Trelawny, marino, quizá pirata, escritor y aventurero, encarnación andante del héroe byroniano y rendido entusiasta del genio de Shelley, vivió junto a los dos poetas sus últimos días, de los que estas Memorias (1858) son una crónica privilegiada. Trelawny descubrió e incineró el cuerpo de Shelley en la playa de Massa, y siempre guardó tributo a su delicadeza y generosidad; veló más tarde el...

«MERITI DI MEGLIO.» «NON SEI TU IL PROBLEMA, SONO IO.» «SEI TROPPO PER ME.» «NON VOGLIO IMPEGNARMI.» Se almeno una volta nella vita te lo sei sentito dire, allora questo libro fa per te. Perché il mondo è pieno di casi umani bisogna solo imparare a schivarli. Da piccola, Claudia collezionava figurine di calciatori; da grande, si è ritrovata a raccogliere casi umani. Un album iniziato a ventitré anni e completato a trentatré: un decennio di onorata carriera, in cui come una vera e propria calamita ha attirato ragazzi capaci di distruggere in ogni modo la sua definizione di amore....

La madre de Adri no podía sospechar la escena que se encontraría en el salón de su casa al llegar. ¡Una perturbadora escena donde su hijo y su amigo serían cómplices de algo más que una amistad! Pero esto le trae sus propios recuerdos, recuerdos de una juventud pasada donde ella también fue protagonista de una historia similar... La bisexualidad, presente en sus vidas, ahora será compartida y ambos compartirán experiencias e íntimos pensamientos.

El amor, al igual que la muerte, ha permanecido irreducible a las convenciones humanas. Es libre y salvaje a pesar de los códigos y de las modas. La mujer que se despoja de sus vestiduras para entregarse al hombre deja a un lado toda su personalidad social, junto a sus prendas. Por él, ella se convierte de nuevo en lo que él también se convierte de nuevo para ella: la criatura natural y solitaria para la que ninguna protección puede garantizar la felicidad y de la que ningún decreto puede evitar la aflicción. (Paul Bourget)