John Dewey (1859-1952) fue un filósofo, psicólogo y educador estadounidense, conocido por ser uno de los principales representantes del pragmatismo y la educación progresista. Nacido en Burlington, Vermont, Dewey creció en un entorno que valoraba la educación y la reflexión crítica, factores que influirían profundamente en su pensamiento y obra.
Después de completar su educación básica en Vermont, Dewey asistió a la Universidad de Vermont, donde se graduó en 1879. Posteriormente, continuó su formación en filosofía en la Universidad Johns Hopkins, donde fue influenciado por el pensamiento de filósofos como Hegel y Kant. Su doctorado en filosofía fue obtenido en 1884, y comenzó su carrera académica como profesor en diversas instituciones, incluidas la Universidad de Michigan y la Universidad de Chicago.
Uno de los aspectos más destacados de la obra de Dewey es su afirmación de que la educación debe ser un proceso dinámico y experimental. En su libro Democracia y educación (1916), argumenta que la educación debe ser más que la simple transmisión de conocimientos; debe involucrar experiencias que permitan a los estudiantes interactuar con su entorno y desarrollar habilidades críticas. Dewey sostenía que la educación es un medio para formar ciudadanos activos y participativos en una democracia.
Dewey también fue pionero en la idea de la educación activa, que enfatizaba la importancia de la experiencia directa en el aprendizaje. Creía que los estudiantes aprenden mejor cuando están involucrados en su propio proceso de aprendizaje, en lugar de ser receptores pasivos de información. Esta filosofía educativa tuvo un impacto duradero en la pedagogía moderna y sentó las bases para métodos de enseñanza más inclusivos y participativos.
Además de su trabajo en educación, Dewey fue un influyente pensador social y político. Defendió el papel de la democracia en la vida cotidiana y argumentó que la democracia no se limita a un sistema político, sino que debe ser vista como un modo de vida. Fue un crítico de las desigualdades sociales y económicas y se comprometió con causas como el sufragio femenino y los derechos laborales. Su pensamiento se centró en la idea de que la educación y la democracia están intrínsecamente conectadas, y que una sociedad democrática necesita individuos educados y críticos.
Dewey también se interesó por la filosofía de la ciencia y la psicología. Su obra Experiencia y naturaleza (1925) explora la relación entre la experiencia humana y el mundo natural, defendiendo una perspectiva empirista que pone énfasis en la observación y la experimentación. En el ámbito de la psicología, colaboró con otros pioneros, como G. Stanley Hall, y su enfoque pragmático dejó una marca en la psicología educativa.
A lo largo de su vida, Dewey escribió más de 1,000 artículos y 40 libros, convirtiéndose en una figura central en el desarrollo del pensamiento educativo y filosófico en el siglo XX. Su influencia se extiende más allá de las fronteras de Estados Unidos, impactando a educadores y filósofos en todo el mundo.
A pesar de su fallecimiento en 1952, el legado de John Dewey perdura. Sus ideas sobre la educación y la democracia siguen siendo relevantes en el actual debate sobre la enseñanza y la sociedad. Las críticas contemporáneas a la educación tradicional y las propuestas de enfoques más participativos son, en muchos aspectos, un eco de sus enseñanzas.
En reconocimiento a su influencia, muchas instituciones educativas y organizaciones han adoptado los principios de Dewey en sus programas y prácticas. Su vida y obra siguen siendo objeto de estudio, asegurando que su visión sobre la educación y la democracia continúe inspirando a futuras generaciones.