Salvación y condena

Aloha: asi me siento ahora. Afeccion, paz, compasion y misericordia, todo al mismo tiempo. Como aquella tarde sobre el cesped, junto al rio y el distante rumor de las aguas de su cauce, la que me daria a conocer al mundo de hoy y de siempre, la que me tenderia la mano a la amistad, como aquella tarde exactamente, lo siento, vuelvo a sentirlo de nuevo. Asi me siento ahora. Camino pacientemente sobre las orillas del lago, sus gelidas aguas transparentes (casi escarcha) que siempre me han tomado en sus brazos, sin juzgarme, sin reproches ni rencores. Igual que lo haria un amigo. Igual que lo...

En esta primera entrega de la «Trilogía de los sentidos» la excelencia del buen uso del lenguaje se abraza con la sensorialidad, la sensualidad y el disfrute de los placeres en todo su esplendor. Un relato apetecible y que destila literatura. Si se pudiese capturar el placer, Elena lo haría con los ojos. Tiene veintinueve años, una belleza inocente y descarada y aún desconoce la pasión. Su mundo está hecho de arte y colores, los del fresco que está restaurando en Venecia, la mágica ciudad que la vio nacer. Hasta que encuentra a Leonardo, un chef de fama internacional que irrumpe en...

Una novela romántica, ambientada en la época victoriana, que te hará reír y enamorarte. Año 1865. La preciosa señorita Ana Peterson necesita escapar de los horrores que la Guerra de Independencia está ocasionando. Toda su familia ha muerto a excepción de una prima suya que se encuentra al otro lado del país. Recorrer ese camino sola es muy peligroso, pero contratar a alguien que la lleve tampoco es tan fácil. Sin embargo, aunque no sea el modo más honrado de hacerlo, miente a Drew Hayden, un apuesto y gallardo capitán de la Unión que regresa a su casa en Minnesota, para que le...

Entremeses. Pedro Calderón de la Barca Fragmento de la obra Las carnestolendas (Dentro el Vejete, Rufina, María y Luisa.) Vejete: ¡Rufinica, Rufina, Rufinilla! Rufina: ¿Hay tal rufincar? ¿Hay tal tarabilla? ¿Llamas, padre? Vejete: En tu cuerpo, relamida. Rufina: ¿Qué menos digo yo? Vejete: Así, raída. ¿a dónde estás, exenta? Rufina: En esta sala. 5 Vejete: Venid, dame la capa noramala. Rufina: Tómela vuesarced que ahí está puesta. Vejete: Descarada respuesta. ¿Pullas me echáis, pedrada? (Salen las tres tras del Viejo.) Rufina: ¡Ay, Señor, no hay que decir nada! 10 María:...