Marina Ginestà fue una destacada figura en la historia de España, conocida por su papel como combatiente durante la Guerra Civil Española. Nació en Barcelona el 23 de diciembre de 1919 en una familia de clase media. Desde joven, Marina mostró un fuerte interés por la política y la justicia social, lo que la llevó a involucrarse en actividades políticas a una edad temprana.
Ginestà se unió a las Juventudes Socialistas Unificadas y se convirtió en miembro del Partido Comunista de España. Su compromiso con la lucha por los derechos de los trabajadores y su oposición al fascismo la llevaron a convertirse en una destacada activista durante el periodo turbulento de la República Española. A medida que la tensión política aumentaba y la Guerra Civil se desataba en 1936, Marina dejó su marca como una de las pocas mujeres en la primera línea de la lucha.
Una de las imágenes más icónicas de Ginestà es la famosa fotografía tomada por el fotógrafo Gervasio Sánchez, donde se le ve empuñando un rifle en el balcón de un hotel en Barcelona, simbolizando la resistencia de la juventud y de la mujer en la guerra. Esta foto se ha convertido en un símbolo de la lucha antifascista y de la participación de las mujeres en la Guerra Civil.
A medida que avanzaba el conflicto, Ginestà se integró en la milicia de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y participó activamente en la defensa de la ciudad de Barcelona. Su valentía y dedicación a la causa la llevaron a ser vista como un referente entre los jóvenes combatientes. Sin embargo, la guerra no solo trajo consigo heroísmo y espíritu de lucha; también fue testigo de profundas divisiones y traiciones entre las diferentes facciones de la izquierda, lo que complicó la situación en el frente.
Tras la derrota de la República en 1939, Ginestà se vio obligada a huir a Francia, donde enfrentó una nueva vida de exilio y dificultades. En París, se convirtió en parte de la comunidad de exiliados españoles, y su experiencia en la guerra la llevó a continuar su activismo político. Durante la ocupación nazi, Ginestà se convirtió en miembro de la Resistencia francesa, luchando nuevamente contra el fascismo. Esta lucha por la libertad y la justicia se convirtió en un hilo conductor a lo largo de su vida.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a Venezuela, donde continuó su labor como activista y se dedicó a la educación. A pesar de las dificultades, Ginestà nunca olvidó su lucha por la libertad en España y siguió manteniendo la esperanza de un futuro mejor para su país. Marina Ginestà se convirtió en un símbolo de la resistencia antifascista, y su legado perdura como un recordatorio del papel crucial de las mujeres en la historia de la guerra y la lucha por la justicia social.
El 6 de junio de 2014, falleció en Venezuela, dejando tras de sí un legado de valentía, determinación y un profundo compromiso con la lucha por la libertad y la justicia. La vida de Marina Ginestà, marcada por la guerra pero también por su inquebrantable espíritu, sigue inspirando a nuevas generaciones a luchar por sus ideales y nunca rendirse ante la opresión.