La leyenda del Zakir

En esta antología encontrarán la siguiente selección de crónicas argentinas: Derrotero y viaje a España y Las Indias, Ulrico Schmild La Pampa y Los Andes, Francis Bon head Cinco años en Buenos Aires, un inglés Viajes, Domingo F. Sarmiento Los siete platos de arroz con leche, Lucio V. Mansilla La calle Florida y Corrientes por la noche, Roberto Arlt Hacia el futuro del pasado, Beatriz Sarlo Los grandes relatos y las pequeñas historias, Juan Forn Odio contra la máquina I y Odio contra la máquina II, Fabián Casas

Una maravillosa antología de 14 cuentos inolvidables La princesa y el guisante, Hansel y Gretel, Aladino y la lámpara maravillosa,El flautista de Hamelín, La bella durmiente, Caperucita roja, El gato con botas, La lechera, La cenicienta, Los tres cerditos, Juan Sin Miedo, Blancanieves y los siete enanitos, Ricitos de oro y La ratita presumida. Un tesoro para siempre

Gustavo es un nene inteligente, creativo y simpático, pero que detesta practicar cualquier tipo de deporte. Sin embargo su mamá piensa que el deporte es fundamental para su vida, por lo que ha pasado por futbol, tenis, básquet y natación, sin resultado. Su única motivación para ir al club, es ver a Sol, la chica que le gusta. Hasta que un día de tormenta todo se da vuelta y tiene que enfrentarse a sus propios miedos. Franco Vaccarini es el autor de esta novela corta donde de forma divertida y sencilla logra describir emociones propias de los adolescentes.

Clawdeen Wolf decide ser el centro de atención en la inminente fiesta de su decimosexto cumpleaños. Pero una vez que ha cundido la alarma por la existencia de monstruos en el vecindario, los RAD se dispersan y buscan un escondite. Clawdeen se desespera al verse encerrada en la pensión familiar hasta que Lala aparece y le procura compañía, si bien sospecha que su amiga vampiro está ligando con Claude. Melody quiere poner fin a los paseos por las casas de los monstruos organizados por Bekka, aunque está muy ocupada intentando averiguar la verdad sobre su pasado. Mientras tanto, Frankie...