Marcel Proust, nacido el 10 de julio de 1871 en Auteuil, un suburbio de París, es uno de los escritores más influyentes del siglo XX. Su obra más conocida, En busca del tiempo perdido (À la recherche du temps perdu), es considerada un hito en la literatura moderna y ha dejado una huella indeleble en la narrativa contemporánea.
Hijo de un prominente médico y una madre de origen judío, Proust pasó su infancia en un entorno intelectual y privilegiado. Desde joven, mostró inclinaciones hacia la literatura y el arte. Sin embargo, su vida no fue ajena a las dificultades. A los 9 años, sufrió un asma severa, que lo mantuvo alejado de las actividades físicas y lo llevó a pasar mucho tiempo en casa, donde desarrolló su rica vida interior.
Después de completar sus estudios en la prestigiosa École normale supérieure, Proust se adentró en el mundo literario. A finales del siglo XIX, publicó su primer libro, Los placeres y los días (Les plaisirs et les jours), una colección de ensayos y relatos que aunque no tuvo gran impacto, sentó las bases de su desarrollo literario posterior. Durante esta época, se movía en círculos artísticos y sociales que incluían a figuras como Marcel Duchamp y Paul Valéry.
La muerte de su madre en 1905 marcó un punto de inflexión en la vida de Proust. Esta pérdida profundizó su melancolía y su deseo de explorar el tiempo y la memoria, temas centrales en su obra posterior. A partir de 1908, comenzó a trabajar en su monumental proyecto literario, que se extendería durante más de una década. La obra fue publicada en siete volúmenes entre 1913 y 1927, siendo el primero, Por el camino de Swann (Du côté de chez Swann), lanzado en 1913.
Su estilo característico se distingue por largas oraciones, complejas exploraciones psicológicas y un detallado análisis de la percepción y la memoria. Proust introdujo el concepto del "tiempo perdido" como una forma de entender la experiencia humana, sugiriendo que los recuerdos pueden ser evocados a través de sensaciones, como el famoso episodio de la magdalena en su obra.
A medida que avanzaba su carrera, Proust también luchó contra problemas de salud, sufriendo de serios problemas respiratorios que lo llevaron a recluirse en su habitación durante largos períodos. A pesar de su aislamiento, continuó escribiendo y perfeccionando su obra maestra. En 1919, recibió el Premio Goncourt por el segundo volumen de En busca del tiempo perdido.
La fama de Proust creció lentamente, pero su obra ya había comenzado a influir en escritores y pensadores de la época. Su enfoque en la subjetividad y la experiencia del tiempo impactó a autores como Virginia Woolf y James Joyce, quienes exploraron conceptos similares en sus respectivas obras.
Marcel Proust falleció el 18 de noviembre de 1922 en París, dejando tras de sí un legado literario inigualable. Su exploración de la memoria, el tiempo y la identidad continúa resonando en la literatura contemporánea. En busca del tiempo perdido sigue siendo estudiado y admirado no solo por su complejidad y profundidad, sino también por su innovadora narrativa que desafía las convenciones de la novela tradicional.
Hoy en día, Proust es considerado un maestro de la prosa moderna, y su trabajo es fundamental en el estudio de la literatura. Su vida, marcada por la búsqueda del sentido del tiempo y la memoria, continúa inspirando a lectores y escritores de todo el mundo, reafirmando su lugar como una de las figuras más importantes de la historia literaria.