Crónica Personal

Por regla general, no suele hacernos falta que nos animen en demasía para hablar de nosotros mismos; sin embargo, este librito es resultado de una sugerencia amistosa, e incluso de una cierta presión por lo demás también amistosa. Me defendí con algún denuedo, si bien, con su característica tenacidad, la voz del amigo no cejó en su empeño: «No sé si se da usted cuenta, pero la verdad es que debe usted...». No fue una discusión; no es ése un argumento de peso, pero lo cierto es que cedí de inmediato. ¡Si de veras uno debe... no queda más remedio! La fuerza de una palabra es...