Epifanía de un misterio
En julio de 1969, el Papa Pablo VI dio a los astronautas Armstrong y Aldrin el texto del salmo 8 para que lo llevasen al espacio, a la superficie de la luna que iban a pisar. A partir de esa refinada obra del Antiguo Testamento que es el salmo 8, comienza la reflexión de este libro de antropología bíblica, en el que se hace el retrato de la figura humana iluminada por la revelación. Ese salmo es un canto entusiasta al hombre, criatura microscópica en comparación con las estructuras celestes, “frágil caña”, según la famosa expresión de Pascal, aunque, por deseo de Dios, es poco...