Enzo Piccinini
Era poco frecuente toparse con un cirujano como aquel. Jamás se daba por vencido. Sus ojos eran indómitos y curiosos, como los de un niño. Se atrevía a ir más allá del punto en el que otros se detenían. Si un enfermo lo requería, él se implicaba a fondo y nunca lo desasistía, aunque desde el punto de vista quirúrgico no se pudiera hacer nada más. Pero si existía una pequeña posibilidad de solución, él la perseguía con empeño. Enzo Piccinini era un gran cirujano, pero sobre todo era un verdadero amigo, un padre, no sólo para sus cuatro hijos, sino también para innumerables...