Aquella muchacha
Aquella muchacha: "—Sí no tomaras las cosas tan a pecho... —le decía ella, enojada. El ímpetu dominador de Meri volvía a despertar. Relucían sus maravillosos ojos, tan extraños como seductores y hermosos. —No digas eso, me molestas. Todo he de vivirlo así, pues de otra forma no le llamaría vivir. —"El día que te enamores, será fatal. —¿Enamorarme? —desdeñó, fríamente—. Sería absurdo que tratándose de una muchacha como yo, creyera en esas tonterías del amor que cuentan las novelas rosas. No, querida, no amaré jamás, jamás. Nunca creeré en los hombres, nunca...